Jessica Gómez: un ejemplo de compromiso y entrega

13 de octubre, 2021
Autor

León Trahtemberg

Miembro del jurado

Era un lunes cálido. Jessica recuerda como si fuera ayer su primer día como directora en el centro de educación especial (CEBE) María Auxiliadora. El calendario marcó dos de marzo del 2015 y ella llegó temprano, con la emoción de todo primer día. Sin embargo, lo que recuerda también es el duro impacto de la realidad. No solo encontró aulas con pocos materiales de trabajo, muebles que no necesariamente eran los más cómodos para sus alumnos, sino que vio preocupación, desánimo y frustración en el rostro de los padres de quienes ese año se graduarían del centro.

Jessica se sentó entonces a hablar con ellos y entendió las preguntas que los padres se hacían por sus hijos: Cuando terminen el año ¿qué harán después de graduarse?, ¿estarán preparados para el mundo real?, o ¿acaso solo les queda permanecer sentados en la sala de la casa viendo televisión o sin hacer algo más productivo cuando terminen las clases? Las dudas surgían sobre el futuro que les esperaba a esos chicos. Jessica entonces sintió que su misión iba más allá que la de ser la directora de aquel centro y lograr que los chicos aprendieran los cursos de siempre, sino que su rol era prepararlos para el futuro, para el mundo real.

Por eso, Jessica, quien nació en Tarma y viene de una familia de maestros de primaria, y quien eligió ser docente de educación especial, sacó a relucir no solo su experiencia de 20 años como docente, sino que puso en marcha su capacidad de gestión para conseguir el apoyo de diversas instituciones, así como participar en varios concursos, que le permitiera conseguir fondos para lograr los ansiados cambios en el centro. Porque si algo la motiva, es que ella considera que la discapacidad no significa ser diferente. Por lo tanto, todos deberíamos tener los mismos derechos, y eso incluye una educación de calidad en el ambiente adecuado.

Y es así, que ha logrado no solo transformar las aulas con mesas y sillas especiales para los alumnos con discapacidad, con ambientes más amigables, psicomotrices y coloridos, sino que también ha conseguido que sus maestros puedan capacitarse en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) para mejorar sus conocimientos y habilidades. Pero, además, logró que el centro ya no solo sea educativo, sino que les permita desarrollar autonomía e independencia a los chicos, para que cuando se gradúen, puedan tener un emprendimiento o trabajar.

Hoy en el CEBE María Auxiliadora, los alumnos tienen talleres de música grupal, fortalecen su comunicación, reciben terapias físicas, socioemocionales y psicológicas, pero también terapia ocupacional porque cuentan con un área de fuente de soda, bijoutería, biohuerto y de pinturas para que, según sus propias aptitudes y cualidades, ellos puedan ir fortaleciendo sus habilidades.

“Mi objetivo es garantizar una educación de calidad en igualdad de oportunidades a estudiantes con discapacidad para asegurar su inclusión. Para ello es imprescindible desarrollar capacidades y habilidades productivas en los estudiantes que permitan su inserción laboral a través de la implementación de un aula-taller, así como habilitar con materiales y equipos las diferentes aulas y brindar las condiciones adecuadas en los distintos espacios”, frase que describe la visión de Jessica.

Motor y motivo
Jessica Gómez es madre de un adolescente de 15 años, un muchacho que heredó su nobleza y que creció acompañándola a su centro de labores, por lo que creció con ese mismo corazón grande que hoy le permite llamar “hermanitos” a los alumnos del centro. Su hijo fue precisamente la inspiración de todo. Porque cuando llegó aquel dos de marzo del 2015 al Centro María Auxiliadora, se dio cuenta que el futuro que anhelaba para su hijo era lo que quería también para sus alumnos.

Por eso hoy se siente orgullosa de todo lo que ha logrado, porque gracias a los talleres, convenios y alianzas hoy sus alumnos al terminar el CEBE continúan clases en un Centro de Educación Técnico Productiva (CETPRO) que ha permitido que varios de ellos luego consigan un trabajo o abran sus microempresas. Sus alumnos ahora salen del centro siendo productivos, independientes y autónomos. Eso no solo alimenta su autoestima, sino que también hace que sus padres los valoren mucho más.

Y tal es el éxito de su gestión, que el centro tiene ahora 98 alumnos, el doble de lo que tenía cuando ingresó. Y ya tiene a 52 chicos en lista de espera para el próximo año. Y aunque debido a la crisis sanitaria el trabajo es remoto, tanto ella como los maestros se las han ingeniado para conectarse y darle el tiempo que necesitan a cada alumno para que continúen aprendiendo y desarrollando su independencia.

Por esta razón y gracias a su excelente trabajo, Jessica fue elegida la primera ganadora de “Maestro que deja huella” en la categoría directores, recibiendo un premio de 10 mil dólares, un diplomado y libros para la biblioteca escolar. Y es que Jessica no solo es una mujer ejemplar, es una guerrera. En abril de este año mientras postulaba al concurso Maestro que deja huella fue diagnosticada con un cáncer. Pero ni eso la detuvo. Las madres del centro la arreglaron el día de la premiación. Y si bien le han ofrecido una licencia, ella ha decidido seguir trabajando, porque ser productiva y recibir el amor y apoyo de toda su familia, docentes y alumno, es su mejor medicina.

Conoce las últimas novedades

ver más noticias
Se ha copiado al portapapeles
¡Felicitaciones!

Tu comentario se ha enviado de manera satisfactoria.