Los desafíos de una reforma del currículum

12 de julio, 2022

Rosendo Serna, ministro de Educación, ha iniciado la reformulación del currículum para mejorar el perfil de egreso de los estudiantes. Manifiesta que su elaboración responderá a un enfoque territorial, promovido desde la escuela, que que involocra la colaboración de los padres de familia y la activa participación de docentes y directores. Se conoce poco de las características que tendrá la reformulación, pero parece claro que el ministro está más preocupado en el cómo y no tanto en el para qué y el producto espera obtener.
Siendo el currículum un factor clave de aprendizaje, lo recomendable sería que establezca con claridad los propósitos de un proceso que tiene componentes políticos y técnicos complejos. Hay que desterrar los temores de un amplio sector de la comunidad educativa preocupado porque este sea proceso que se limite a afectar logros ya alcanzados en enfoques como el de género y la enseñanza de la ciencias sociales; asimismo, que un exceso de politización lleve a descuidar contenidos esenciales para el futuro de los estudiantes. Hay que aceptar que difícilmente se tendrá éxito sino se convoca, además de padres y docentes, a otros actores sociales y se apoya en grupos de trabajo con profundo conocimiento de las tendencias curriculares en el mundo, con una visión de lo que se quiere como aporte real para la mejora las prácticas y resultados académicos, así como para a lograr aprendizajes más pertinentes a las necesidades de los estudiantes para actuar en una sociedad tan cambiante y desafiante como la vivida.
La experiencia internacional. Es en el impacto que tendrá la reforma curricular en el futuro de las personas y del país en general en donde deberían estar centrados los esfuerzos. Seguir de cerca las experiencias de otros países puede ser valioso en el diseño de un plan de reforma curricular. Solo a titulo ilustrativo, observemos tres tendencias:
• Los países de la Unión Europea, han establecido, entre los principios rectores de sus reformas los siguientes: deben ofrecerse altos estándares de aprendizaje, sustentarse en un currículum sólido y en profesores competentes, además que toda decisión en materia de aprendizajes debe basarse más en informaciones reales que en cuestiones ideológicas o en percepciones.
• Japón ha iniciado una reforma revolucionaria. Apuesta porque el aprendizaje se centre en lo significativo, dejando de lado lo que puede ser prescindible. Para ello organiza el currículum en cinco materias: aritmética de negocios, lectura, civísmo, computación e idiomas. Se espera que cuando un joven tenga 18 años domine cuatro idiomas y conozca de cuatro culturas y alfabetos; sean expertos en el uso de las computadoras; respeten la ley, la ecología y la convivencia; y manejen con solvencia la aritmética de negocios y las finanzas. La meta de lectura es 52 libros por año
• México, Chile, Brasil y otros países de América Latina aprovechan mucho la cooperación horizontal e internacional. Sus equipos nacionales de currículum son apoyados por expertos que provienen de centros académicos y otras instituciones de los países de mayor desarrollo y de las experiencias más relevantes de la Región.
La tendencia es que las reformas trasciendan el contexto local y procuren una mirada más amplia que tenga en cuenta la globalización y la movilidad creciente de las personas de un país a otro. En segundo lugar, se estrecha la relación entre la educación y el mundo laboral, tan descuidada en la mayoría de sistemas educativos y que explica en mucho las altas tasas de desempleo juvenil.
En tercer lugar, la reforma tiene que ser atractiva para los estudiantes y una herramienta que ayude a reducir las altas tasas de deserción a lo largo de la escolaridad, lo que repercute en que pocos de los que la empiezan su educación básica logran concluir la educación superior. Las perspectivas del empleo en el mundo proyectan una mayor demanda de trabajos con nivel de educación superior y menos con baja calificación. Por lo tanto, es indispensable replantear las formas en que el sistema educativo atiende las necesidades del mercado laboral.
En cuarto lugar, hay que centrarse en lo más significativo, durable en el tiempo, en aprendizajes transversales que cubran más de una materia y que sean útiles en diversos contextos sociales, además de ser universales.
Ciertamente que en una sociedad del conocimiento y crecientemente digital no basta la adquisición de las competencias básicas de lectura y aritmética, donde todavía hay mucho que mejorar. Es indispensable asegurar también la adquisición de las llamadas competencias para la vida, aquellas que se requieren para actuar en la sociedad del siglo XXI; en especial, las asociadas al desarrollo de la ciudadanía y la inserción al mercado laboral. Entre ellas, usar herramientas interactivamente, trabajar en equipo y en contextos de gran heterogeneidad, actuar en forma autónoma, aprender a aprender, desarrollar pensamiento crítico y pensamiento computacional, emprender y tener capacidad de iniciativa, creatividad, poseer una amplia cultura global, dominar no menos de dos idiomas e intensivo uso internacional, entre otras.
Pero no se trata de aumentar los contenidos curriculares, actualmente ya sobrecargados e imposibles de ser cubiertos en el calendario escolar. Hay que optimizarlos siguiendo el ejemplo de Japón, que reduce su propuesta curricular a cinco materias fundamentales, o el de los países de la Unión Europea cuyos planes de estudio plantean ocho a diez competencias. En el Perú el currículum de la educación básica incluye 30 competencias. Se olvida que hay habilidades prescindibles cuyo aprendizaje hoy se solucionan con un móvil u otra de las nuevas tecnologías.
Desafíos para el Perú. Está claro que la reforma del currículum que se quiere emprender en el Perú tiene que mirar el largo plazo y no limitarse a la coyuntura de lo vivido en los dos primeros años de pandemia. Tampoco debe ser una propuesta que solo desarrolle contenidos; tiene que ser integral, apostar por aprendizajes profundos en vez de la cantidad de aprendizajes y abarcar la formación de capacidades docentes, equipamiento, materiales, adecuación de los locales escolares, pues por más novedosa que sea fracasará sino se crean las condiciones para implementarla.
Es igualmente tiempo de pensar en un mapa de competencias básicas, para la vida y profesionales que tenga como meta un escenario que vaya más allá de la educación básica. No hay que olvidar que muchas de las competencias que se requerirán cuando las personas sean adultas y estén en el mercado laboral deberán haberse adquirido desde los primeros años de escolaridad.
Podría seguirse describiendo otras características de una reforma curricular. Sin embargo, si no se tienen en cuenta consideraciones como las expresadas en los párrafos precedentes basadas en el estudio comparado de las reformas curriculares en otros países, será pobre el favor que el ministro Serna haga en beneficio de estudiantes, padres de familia y magisterio en general que claman por una reforma realmente trascendente.
Hugo Díaz Díaz. Ex Presidente del Consejo Nacional de Educación

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